“Es importante aprender métodos y técnicas de investigación, pero sin caer en un fetichismo metodológico. Un método no es una receta mágica. Más bien es como una caja de herramientas, en la que se toma la que sirve para cada caso y para cada momento” Ander-Egg
Como cuestión previa, debemos de saber que la palabra “detective” viene del inglés detective que, a su vez, viene del latín detectus y este del verbo detegere compuesto de de (quitar) y tegere (cubrir). Es decir, “quitar la cubierta”. Esto nos indica que una vez “descubierto” o “detectado” el problema, hecho ilegal o situación de conflicto, se procede a una posterior etapa más sistemática denominada “investigación”.
La “investigación”, según su etimología es la acción de indagar un hecho o fenómeno a partir de un vestigio, huella, rastro o indicio para descubrir algo que se desea saber acertadamente.
La palabra investigación proviene del latín in (en) y vestigare (hallar, inquirir, indagar, seguir vestigios). De ahí se desprende una conceptualización elemental “averiguar o indagar sobre un hecho o cosa”.